miércoles, 12 de agosto de 2009

Liderazgo por Ricardo Salinas Pliego

Al navegar en aguas turbulentas es importante confiar en quien lleva el timón. La crisis actual se debe en gran medida a una notable falta de liderazgo efectivo en las grandes economías – lo vemos todos los días; y esto es sólo una muestra de la importancia absoluta del tema.

Se han escrito volúmenes sobre el concepto de liderazgo pero desde mi punto de vista, el papel más importante de un líder en cualquier organización es hacer buenos juicios bien fundamentados, y tomar decisiones informadas que produzcan buenos resultados – y difícilmente se puede pensar en una crisis global como un buen resultado (pese a que una crisis conjuga riesgo y oportunidad).

Un líder es además alguien que muestra congruencia entre lo que piensa, lo que dice y lo que hace. También es importante que el líder posea un conjunto de valores que fundamenten sus ideas y su actuar.

Se da un gran paso en la vida cuando se deja de ser un contribuyente solitario y se comienza a dirigir un equipo de trabajo; desafortunadamente, no todos están hechos para dirigir, y es difícil enseñar liderazgo en un aula.

Existen tres etapas de liderazgo: la preparación, la decisión, y el ajuste.

Sobre la preparación, simplemente tienes que saber de lo que estás hablando para poder dirigir. Es muy difícil tener éxito en cualquier empresa cuando no conoces lo suficiente. Un buen líder está preparado, sabe su negocio y conoce su ambiente. También conoce sus capacidades de organización, con qué equipo cuenta, cómo alinear a la gente que le reporta y sobre todo, cómo inspirarlos para dar lo mejor de si mismos.

Para llevar el timón de una embarcación, se necesita tener una carta marina y un faro. De la misma forma, un líder debe tener una misión y una visión. Una misión es cómo y qué hacer, mientras que la visión es saber hacia dónde nos dirigimos.

Después viene la decisión informada. Lo peor para un líder es titubear; la falta de decisión es el beso de la muerte para un líder, porque su gente lo percibe y la ausencia de liderazgo se hace obvia en estas circunstancias. Al momento de decidir hay que mostrar determinación: “nos vamos por este camino y todo mundo se tiene que alinear”.

Sin embargo, ser decidido no quiere decir ser inflexible. Con esto se relaciona precisamente la tercera etapa del liderazgo, el ajuste. Muchas veces tenemos que tomar decisiones con poca información, sin suficiente conocimiento, y bajo una gran incertidumbre. Sobre la marcha te vas enterando de cosas nuevas, y la decisión se debe ir afinando de acuerdo con tu conocimiento cotidiano.

La gente insegura dice, “ya tomé esta decisión y no la voy a cambiar” por temor a mostrar debilidad. No obstante, si el entorno cambia, si la información es distinta, entonces estamos obligados a modificar también nuestras acciones: no podemos cambiar los vientos, pero sí podemos ajustar las velas.

Ahora, comenté que liderazgo es tomar buenas decisiones que dan buenos resultados. Si tomas malas decisiones, ¿Quiere decir que eres un mal líder? No exactamente, porque, de acuerdo con Francisco de Quevedo, Bien acierta quien sospecha que siempre yerra.

Pero Cicerón también nos dice, es de hombres equivocarse; de locos persistir en el error. Lo importante es que si cometiste algún error, tomes rápidamente las medidas para revertir esta decisión.

Todos en la vida tomamos decisiones, algunas cotidianas, otras trascendentales. Para los líderes, el significado y las consecuencias de sus decisiones se amplifican exponencialmente, porque influyen en la vida de otros. A la larga, es el juicio de un líder lo que determinará el éxito o el fracaso de una organización o incluso de una nación. En estos tiempos difíciles, el liderazgo es un tema crucial. Se requiere de líderes íntegros, preparados, con entrega, capaces de motivar y de sacar lo mejor de los demás. Que tu vida te lleve a ser un buen líder.

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